No hay razones para temer. Sí muchas por las que confiar cuando se trata de alguien calificado. Lamentablemente el común de la gente tiene aprensiones respecto a la hipnosis, sobre todo por lo que se ve en los espectáculos. Que se pierde el control, la voluntad, que se puede hacer el ridículo o incluso que existe el peligro de inmolarse.
Nada de eso ¡Por favor! La hipnosis es ya parte de la vida cotidiana de las personas. En definitiva -como dice mi amigo y maestro Paul Anwandter- es un estado disociado de consciencia que forma parte de la fisiología habitual del sistema nervioso. Y punto. Está en nuestras vidas. Sólo que no nos damos cuenta de ello.
¡Todos tenemos trances! Estados en que nuestra mente se focaliza y que son acompañados de ciertas evidencias físicas (dilatación de pupilas, mirada vaga o fija, cambio en la coloración de la piel,etc.). ¿A quién no le ha ocurrido que pese a estar en un lugar de repente se encuentra con la mente en otro? ¿O quién no ha actuado con automatismos yendo a un lugar en circunstancias que pretendía ir a otro? Soñar despierto es algo muy común. O si se le pregunta a alguien ¿Qué haría si se ganara el Loto , la Polla o el Kino? Y el viaje de la mente resulta muy tentador.
Así de simple. Y cuando se trata de sesiones esos viajes se hacen guiados ya sea con fines terapéuticos o para mejorar el desempeño personal pensando en un evento futuro.
Para mi la hipnosis tiene otra connotación: Es tender un puente, una conexión entre el consciente y el subconsciente o, si se prefiere, entre la mente lógica y esa o esas partes que desde lo más profundo se expresan a través de las emociones. Muchas veces toman direcciones distintas. La parte racional suele decir "no le voy a hacer caso a este dolor , ya lo voy a superar" Pero finalmente es aquella otra parte la que decide, la que se hace escuchar de cualquier forma cuando no le prestan atención. Es un hecho, se trata de una de las leyes de la mente.
No hay caso, no podemos vivir desbalanceados y tratando de ignorar a aquella parte que es mucho más poderosa y que, incluso, al no sentirse atendida provoca enfermedades.
¿Por qué, entonces, en vez de ignorarla no mostrarle la luz, dejarla respirar y tender una mano para vivir una vida equilibrada? ¿Por qué negarse a si mismo, por qué no hacer del todo algo más que la suma de las partes? ¿Por qué no permitirse crecer? La invitación está extendida.