miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Qué es la hipnosis y por qué confiar?


No hay razones para temer. Sí muchas por las que confiar cuando se trata de alguien calificado. Lamentablemente el común de la gente tiene aprensiones respecto a la hipnosis, sobre todo por lo que se ve en los espectáculos. Que se pierde el control, la voluntad, que se puede hacer el ridículo o incluso que existe el peligro de inmolarse.
Nada de eso ¡Por favor! La hipnosis es ya parte de la vida cotidiana de las personas. En definitiva -como dice mi amigo y maestro Paul Anwandter- es un estado disociado de consciencia que forma parte de la fisiología habitual del sistema nervioso. Y punto. Está en nuestras vidas. Sólo que no nos damos cuenta de ello.
¡Todos tenemos trances! Estados en que nuestra mente se focaliza y que son acompañados de ciertas evidencias físicas (dilatación de pupilas, mirada vaga o fija, cambio en la coloración de la piel,etc.). ¿A quién no le ha ocurrido que pese a estar en un lugar de repente se encuentra con la mente en otro? ¿O quién no ha actuado con automatismos yendo a un lugar en circunstancias que pretendía ir a otro? Soñar despierto es algo muy común. O si se le pregunta a alguien ¿Qué haría si se ganara el Loto , la Polla o el Kino? Y el viaje de la mente resulta muy tentador.
Así de simple. Y cuando se trata de sesiones esos viajes se hacen guiados ya sea con fines terapéuticos o para mejorar el desempeño personal pensando en un evento futuro.
Para mi la hipnosis tiene otra connotación: Es tender un puente, una conexión entre el consciente y el subconsciente o, si se prefiere, entre la mente lógica y esa o esas partes que desde lo más profundo se expresan a través de las emociones. Muchas veces toman direcciones distintas. La parte racional suele decir "no le voy a hacer caso a este dolor , ya lo voy a superar" Pero finalmente es aquella otra parte la que decide, la que se hace escuchar de cualquier forma cuando no le prestan atención. Es un hecho, se trata de una de las leyes de la mente.
No hay caso, no podemos vivir desbalanceados y tratando de ignorar a aquella parte que es mucho más poderosa y que, incluso, al no sentirse atendida provoca enfermedades.
¿Por qué, entonces, en vez de ignorarla no mostrarle la luz, dejarla respirar y tender una mano para vivir una vida equilibrada? ¿Por qué negarse a si mismo, por qué no hacer del todo algo más que la suma de las partes? ¿Por qué no permitirse crecer? La invitación está extendida.


jueves, 4 de marzo de 2010

Un terremoto en el alma


No sólo quedaron escombros ; también se abrieron las grietas de esa consciencia colectiva que desde antes parecía endeble. En muchos quedó instalada la incertidumbre y , en consecuencia, la indecisión respecto a qué rumbo tomar. Peor aun, otros tantos quedaron paralizados por el miedo sin siquiera darse la posibilidad de pensar en dejar el atolladero. No sólo entonces se necesita voluntad. También señales.
Al estar entre las ruinas una pequeña luz da esperanza; una voz que viene del otro lado compañía. Se hace necesario entonces atreverse a gritar, implorar por ayuda y confirmar que se vive. El rescatista precisa de aquellas señales también para actuar y abrirse camino entre los muros caídos.
¡Cuántas veces el país parece haber sucumbido y en cuántas también se ha levantado!
Una mano caída necesita de la otra para levantarse. Así no sólo se ponen de pie aquellos que parecen abatidos, sino que se establecen puentes para unir el cuerpo social. Confío en que se puede. Y así como se alimenta el alma del que sufre, se nutre también el espíritu de una nación que tal cual como Lázaro es capaz de levantarse y caminar.