viernes, 19 de febrero de 2010

Mi "encuentro" con la hipnosis





El encuentro no fue casual. Llegó tras una larga búsqueda motivado por una fascinación adolescente: la de obrar milagros. Luego cayeron en mis manos algunos libros. Pero algo no calzaba. Eran meros manuales, acaso vagas recetas de cocina que hablaban de pasos, textos que parecían pócimas y. que debían repetirse en todas las personas independiente de sus circunstancias.¡No! Algo faltaba, no podía ser así.Una voz interna me susurraba. Curioso ¿No? Mi inconsciente hablándome de hipnosis sin que yo entonces lo relacionara.
Vino luego la decepción, el desinterés y lo que parecía un período de oscurantismo. Ahora creo que no fue así. En el ejercicio de la profesión de periodista me encontré con el dolor humano, con una realidad a la que necesitaba poner atención. Y tal vez saturado por lo mismo busqué salidas. Quería arrancar de ese mundo que me parecía tan abrumador. Pero desde allí finalmente no escapé. Aprendí y sigo aprendiendo.
Si fue en el momento justo o no, no lo se. Ya no importa. Lo cierto es que encontré la hipnosis real cuando supe de Milton Erickson. ¡Finalmente alguien ponía el acento en un hecho trascendental: lo importante es la persona y no la técnica!
Ahí todo cobró sentido. Atrás quedaron las supuestas recetas mágicas de "haga esto o lo otro". Me quedó claro que cada persona trae consigo un mundo distinto y que, en definitiva, cada sesión es más que eso. Se trata de un encuentro genuino y abierto. Y como tal no hay control, sumisión ni verticalidad. Hay entrega, amor y fluidez. Ahí está el milagro. Sólo así es posible lograr que la persona tenga lo que necesita: el encuentro consigo misma.